Elysia clorótica, como así se llama esta babosa, se alimenta de un alga llamada Vaucheria litorea, y de la que ha aprendido a digerir sin dañar los preciados cloroplastos, capaces de transformar la luz del sol en comida. Así que los trata con sumo cuidado y las integra en sus células digestivas. Gracias a esta estrategia sus aspiraciones se han visto cumplidas y se las arregla para vivir durante meses sin probar bocado, simplemente alimentándose de la luz del sol.
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