La respuesta es sencilla, si, la contaminación atmosférica y acústica debida al tráfico está asociada a un menor desarrollo cognitivo. Los alumnos con aulas y patios más sometidos al impacto de la contaminación muestran un desarrollo más lento de la memoria que los que estudian en centros más alejados del tráfico y con aire más limpio. Las personas expuestas a este compuesto pueden presentar pérdida de memoria, dificultad para concentrarse o para estudiar y daño en el sistema nervioso, médula ósea, hígado, riñón y en el sistema reproductor. Sobran motivos para tomar medidas.
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